domingo, 4 de marzo de 2012

locke & key ahora mismo


Ahora mismo deben quedar ocho números por publicar de Locke & Key. Ahora mismo es imposible no tener claro que los vamos a echar de menos cuando la serie de IDW acabe: el guionista Joe Hill es un maestro del horror, pero también de la melancolía, y el dibujante Gabriel Rodríguez no parece tener techo en cuanto a las capacidades gráficas que usa día a día. Ahora mismo, cuando el último arco llamado Clockworks se acerca a su clímax, es posible darse cuenta de que sus autores no sólo han vuelto al cómic una cosa harto más compleja de lo que parecía (una reflexión sobre ese sitio eriazo que es la adolescencia, una colección de homenajes cruzados a la tradición literaria y al cómic contemporáneo), sino que, además, lo han convertido en un relato negrísimo: los viajes en el tiempo sirven para que los hijos espíen a sus padres y ajusten cuentas con ellos. Ahora mismo da un poco lo mismo la magia y lo sobrenatural del cómic, porque lo mejor es esa extraña pena violenta que no sabemos cómo procesar cada vez que un número aparece. Ahora mismo, en Locke & Key se está releyendo a Shakespeare y La tempestad con inteligencia y garbo. Ahora mismo, en las últimas páginas de Clockworks, los padres de los héroes descienden en el pasado a un cueva que es un portal hacia otro mundo, sólo para encontrar los fragmentos de sus deseos despedazados. Ahora mismo, Locke & Key es escalofriante porque es la comprobación de una certeza: es una de las grandes obras del cómic de los últimos tiempos.

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