jueves, 23 de febrero de 2012

garra



Habría que leer con atención el trazo de aguada de José Gai en "Capitán Garra". Gai ha sugerido que las onomatopeyas de las balas son un homenaje a Pratt pero quizás hay algo más ahí. Mal que mal, las historias del Corto Maltés -"Por culpa de una gaviota", por ejemplo- siempre trabajaron el tema de la amnesia y la anagnórisis. Para Pratt aquella era idea central: los mejores momentos del Corto consistían en las epifanías de una identidad que se revelaba en relación con el orden del mundo. Algunas veces, se trataba de la tradición hermética que se cifrada como esqueleto secreto del relato ("Fábula en Venecia"); otras, del sentido de la aventura como el cierre simbólico -una resaca atroz, la verdad- del proceso del colonialismo decimonónico ("Corto Maltés en Siberia"). Pratt era astuto porque se leía a sí mismo desde el mejor Conrad: una vez que el mapa del mundo ha sido descifrado, lo que importa es el descubrimiento de los puntos cardinales que componen la conquista interior del héroe. Aquello es interesante. El Corto olvida y recuerda o, mejor dicho, aprende a olvidar para aprender a vivir. Aquello también se me ocurre durante la lectura de "Capitán Garra", de José Gai que no poco le debe a Pratt (su sentido de la aventura incesante, la identidad ambigua de los héroes) pero cuyo mejor logro el trazo difuso de aguada que funciona como marca de estilo de Gai y que, además de alejarlo de cualquier manierismo proveniente de su oficio de caricaturista, se transforma en un método para describir el mundo brumoso de un héroe que solo conoce de sí mismo la amnesia y la luz del olvido.

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