viernes, 24 de febrero de 2012

kago


Una pregunta: ¿Qué hubiera pasado si el español Max hubiera descubierto a Shintaro Kago antes que a Chris Ware? A mí me gustan ambos pero creo que Kago radicaliza la apuesta sobre el proceso de deconstrucción narrativa y fractalización de la página antes que Ware: en Kago el gore avanza en un sentido distinto al de Junji Ito, por colocar un ejemplo más o menos conocido. El gore acá es una forma de la parodia, una interrogación sobre cómo puede ser representado de modo figurativo el cuerpo y cómo debe ser narrado ese desmembramiento. Quizás acá está el último suspiro del surrealismo, a pesar de que César Aira leída esos procedimientos en las máscaras que Alejandra Pizarnik creaba sobre su poesía. Kago hace un interpretación de aquello. En el surrealismo, el uso de las imágenes y los conceptos siempre estaba en suspenso, sugería la posibilidad inmediata de una lectura más profunda que reconstituyera el sentido de esos símbolos que aparecían desperdigados como escombros de un inconsciente que debía ser rearmado en la contemplación o lectura de la obra. En el caso de Kago, aquello es literal. No hay segundas lecturas, no se simboliza nada salvo la fruición con la que se representa la mutilación y la muerte mientras se elabora -de modo muy sofisticado- una forma de narrar que dé cuenta de aquel desmembramiento.

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